lunes, febrero 19, 2007

en Un escritor anticuado de Ana María Shua

Porque aunque la lucha esté perdida de antemano, parece decirnos Soriano, igual vale la pena: porque dejaríamos de ser humanos si no hubiera entre nosotros esos locos geniales, dispuestos a apostarlo todo sabiendo que van a perder, y ganándose la eternidad en el acto mismo de jugarse. Eso es literatura.

5 comentarios:

Clandestina dijo...

¡Eso es VIDA... hasta el último microcubo de aliento!

vocesdelfondo dijo...

Qué hermoso relato de Shua. Lo compartiré con otra gente.

Otras Primaveras dijo...

Severian:
He tomado el relato de Ana María Shua y lo he posteado tal cual Usted lo ha publicado en su blog. Espero no tome esto a mal. Cite la fuente de donde lo saqué para que quienes lo vean también lleguen a Usted.

vocesdelfondo dijo...

Severian:
NNos gustaría que visite nuestro blog literario. Esperamos que sea de su agrado.
La dirección es www.vocesdelfondo.blogspot.com

Severian dijo...

Otras primaveras:

Gracias por postear el comentario en tu blog. La idea de este blog es desparramar aquéllos pedazos de los textos que he leído que por alguna razón se han alojado en mi memoria, con la esperanza de que inviten a otros a leer esos textos. Así que no sólo no me molesta que lo haya publicado, sino que lo invito a que tome de aquí todo lo que le parezca interesante y lo publique. Y de más está decirlo, lo invito a no privarse de leer los textos originales de donde fueron tomados los fragmentos (los que puedo los linkeo al título del post). Este en particular lo publicó el suplemento Radar de Pagina/12 en ocasión de cumplirse 10 años de la muerte de Osvaldo Soriano, y creo que fué escrito especialmente para ese suplemento. Agrego que Ana María Shua tiene un hermoso tomo de microrelatos llamado "Botánica del caos" que recomiendo.

Vocesdelfondo:

Visite su blog cuando dejó su primer comentario hace unos días. Además visité "Los Palabranautas". No puedo menos que agradecer a quien hace un trabajo de así en una escuela primaria. Como conversaba alguna vez con el Verdugo, aplaudo a aquéllos maestros que son capaces de enseñar a sus alumnos a disfrutar de la literatura igual que se disfruta el recreo. Les debo a mis padres y a mis abuelos, quienes me regalaron los libros correctos a la edad correcta, el haberme inmunizado contra el (¿deliberado?) efecto desincentivante hacia la lectura que recibía en la escuela primaria. Recuerdo la obligación de leer horribles textos de autores canonizados por los manuales, para escribir análisis literarios esquematizados hasta el absurdo. Sentía la urgencia de hacerlo rápido para sumergirme cuanto antes en Verne, en Dumas o en Twain, autores que siendo al parecer desconocidos por la maestra, me resultaban atrapantes a la edad de 11 o 12 años. Hoy siento un placer por la lectura que muchos de mis compañeros de entonces no aún no comprenden, porque para ellos "literatura" sigue significando lo que les decía la maestra. Hoy me animo a escribir artículos divulgativos porque sé que quienes lo hacen no son semidioses sino personas de carne y hueso que disfrutaban leyendo a otras personas igual que yo. Gracias por dar a esos chicos la posibilidad que a mi me dieron mis padres y mis abuelos.